miércoles, 11 de noviembre de 2009

La Risa, cosa seria

La Risa, cosa seria, por Cristina de la Concha



Todos tenemos esta noción de que la risa tiene algo mágico que cura o, al menos alivia al recordar aquella famosa frase del Readers’ Digest “la risa, remedio infalible” y a aquel personaje maravilloso que nos cautivó, Patch Adams.
       Hoy en día están proliferando las terapias alternativas como medio de sanación y, por lo menos, de apoyo para la sanación llevándonos de regreso hacia la naturaleza o hacia elementos que evitan la ingestión de sintéticos y tratamientos dolorosos. Pero un aspecto interesante en todas las indagaciones de esta última década es el hecho de que las enfermedades, aparte de ser una degeneración del cuerpo por el paso del tiempo, son también provocadas por nuestra mente, por cuestiones emocionales causadas por el estrés, las preocupaciones y las penas, en resumidas cuentas: por dolor. Así, el ayurveda nos conmina a no hablar de cosas negativas, el budismo nos enseña los mantras demostrándonos el poder de la palabra, la neurolingüística nos enseña cómo con actitudes positivas obtenemos respuestas positivas y el psicoanálisis se está quedando atrás con su propuesta de hundirse en el dolor para extraerlo, lo cual puede ser muy eficaz pero muy tardado y enfermante cuando tenemos estos otros elementos entre los que aparece el reconocimiento de la risa como terapia.
      Los descubrimientos científicos en torno a la risa ponen de manifiesto la herramienta milagrosa de que dispone nuestro organismo, de la que no hacemos uso con frecuencia ni de la forma adecuada en que no sólo nos alivie sino nos proporcione satisfacciones, de la que muchos reniegan y para la que no requerimos ¡nada! Por si fuera poco, no cuesta, ¡nada!
      Pero la risa no es una herramienta que pueda usarse así nomás, mientras se viaja en metro o al entrar en una junta porque, por una parte, tenemos prejuicios en contra de la risa que prevalecen hoy en día en la sociedad, como aquel de que una persona que ríe es burlona o es superficial o no toma las cosas en serio, o bien, las carcajadas sólo llaman la atención y quienes las ejercen lo hacen por eso y no porque realmente tengan ganas de una sabrosa carcajada, y nos han enseñado a reprimir la risa. Hemos de recordar cómo en El nombre de la Rosa, de Eco, la risa fue, junto con el sexo, uno de los móviles de los asesinatos; sí, la iglesia católica ha sido uno de los principales adversarios de la risa porque, tal y como lo alude Eco en su libro, la risa propicia “malos pensamientos”, de acuerdo con la Iglesia.

      Prejuicios a los que la ciencia se opone con argumentos irrefutables, entre otros:
      · Fortalece el sistema inmunológico
      · Elimina la tensión muscular
      · Reduce el dolor y aumenta su tolerancia
      · Reduce los niveles de azúcar
      · Beneficia las funciones mentales
      · Reduce la presión sanguínea

      Y, por otra parte, tenemos la risa que, en el ámbito terapéutico, han llamado negativa y es la que se promueve aduciendo defectos o errores de otros lo cual la puede hacer muy nociva. Esta risa la usan cómicos profesionales, payasos y todos aquellos que tienen este don de hacer reír porque para provocar la risa aduciendo defectos o errores de otros es necesaria una circunstancia determinada que impida caer en el insulto. Es decir, el que la promueve posee ciertas habilidades que generalmente son parte de sus virtudes; aunque también el insulto depende de la persona aludida, su estado emocional, su situación y su bagaje cultural que muchas veces son los que determinan el insulto, por lo que, aun cuando dichas habilidades pueden cultivarse, nos presentan este margen de fiabilidad.
      Entonces, cómo reír o cuándo si nos topamos con estas cuestiones. Cuándo carcajearnos si desde niños nos hicieron inhibir este esfuerzo y ahora por más que miremos a otros carcajearse, no nos sale. O, de qué reímos, los profesionales de la comicidad utilizan referencias en primera o tercera persona, es decir, chistes de ellos mismos o sobre otros, ficticios, desconocidos y ausentes, como los de Pepito.
      Se han creado diversos grupos en el mundo con este fin entre los que destaca World Laughter Tour formado por Steve Wilson quien adaptó a nuestra cultura la metodología del Hasya Yoga desarrollado en India por el médico Madan Kataria a mediados de los 90. Hasya proviene del sánscrito y significa risa, conjugada con una serie de técnicas basadas en el yoga para reír sin chistes ni cosquillas, se aplica en la Laughter Clubs International, iniciada por Kataria en la India y que se ha expandido en Europa y el mundo con su Club de la Risa, de los que hace eco Steve Wilson al crear el World Laughter Tour, WLT, el Certified Laughter System e iniciar los Clubes de Risa en el continente.
      En México, el World Laughter Tour ha sido representado por José Elizondo como Líder Certificado de Risa desde 2001, en la ciudad de Monterrey, y se está extendiendo con el grupo reducido de mexicanos que el 30 de abril pasado recibieron la certificación para iniciar los Clubes de la Risa en otros lugares del país. (Lista en la columna derecha.)


Líderes Certificados de Risa por World Laughter Tour, WLT.:

En la ciudad de México y Tulancingo, Hgo.:
María Cristina de la Concha Ortiz, mcdelaconcha@hotmail.com


En Guadalajara, Jalisco:
Catalina Urroz Thompson, catitacancan@yahoo.com




©María Cristina de la Concha Ortiz