miércoles, 1 de octubre de 2014

México y el karma

De mitos y leyendas II
México y el karma
Cristina de la Concha
 
¿Por qué? ¿el destino? ¿la vida? ¿Dios?
            ¿Por qué la mala suerte de nuestro país? ¿por qué es tanta la violencia y la delincuencia, esta tremenda situación social y económica?, ¿por qué tanta muerte y, encima, tanto desastre?, y, esta semana se santificó con el granizo que azotó al D.F., la luna roja que quizás presagiaba, la muerte de Gabriel García Márquez y un temblor de miedo. No cesa en mi mente la pregunta ni en la de la mayoría de los mexicanos, al menos la pregunta chispea señalando que no nos dejemos imbuir en la apatía como escape para no sentir.
Qué hemos hecho los mexicanos para merecer esto, qué hicieron los 60 millones de pobres para merecer su pobreza, qué hicieron los millares de familias de hijos muertos, asesinados, desaparecidos, encarcelados injustamente, qué error cometieron los padres de familia en la educación de sus hijos, o qué hicieron los adolescentes y los niños cuya realidad es completamente inmerecida. Nosotros mismos lo hemos provocado, sí, con nuestra apatía, nuestro desinterés por décadas, el individualismo exacerbado y los paliativos, pero, ¿por qué?
La pregunta vuelve a aparecer y, explorando ideas, surge el karma, ¿es karma el motivo? el karma, la ley de causa y efecto que dicta que las acciones de maldad, el destino las cobra, el karma explica los eventos malos que nos suceden como la reacción, el pago, de las acciones malas que cometimos y también lo aplica a pensamientos y palabras. No significa que alguien deliberadamente va a realizar ese “cobro”, como algunos creen con lo que dan validez a actos de venganza, no. El karma viene a ser para sus creyentes una energía que se genera con el mismo acto realizado que, como bumerang, regresa al punto de partida. Esta es una idea central en religiones como el budismo y el hinduismo que sostienen que las consecuencias no son inmediatas porque no alcanzaría la vida, sino que establecen la reencarnación como una continuación donde se cumplirá el destino, pero al reencarnar no se recuerda la vida anterior porque sería muy traumático y nos mantendría atados, nos quitaría libertad, por lo tanto, no es comprobable y muchos pensarán que qué sentido pagar en la vida siguiente si no lo van a recordar ni serán los mismos.
Sin embargo, el karma no me suena mal a mi pregunta, ¿karma por lo que la mayoría de los habitantes del país hemos hecho? aunque ¿cómo? ¿es posible que un país completo entre también en la teoría del karma? Tendría, pues, que ser por cuestiones que se sumaran para hacer un todo suficientemente grande que cayera encima de la nación. Es decir, muchas, demasiadas, acciones de maldad, las suficientes, para lo que se requeriría mucho tiempo, que, al sumarse, dieran como resultado una gran nube negra del tamaño del territorio que lo ensombreciera y cayera encima de todos. ¿Es decir que los “pecados” cometidos en siglos nos los están cobrando? ¿cuáles “pecados” si México fue colonizado, ultrajado, sometido, saqueado? ¿O es tal vez el karma por el chamanismo negro utilizado clandestinamente desde la llegada de los españoles, quizás podría interpretar que las masacres anteriores y sacrificios fueron pagados con el infierno que fue la colonización y que, posteriormente, toda la brujería realizada para tratar de salir de esa colonización, para tratar de eliminar el sometimiento y, luego -los mestizos que ya fuimos-, para salir de la pobreza y el yugo de los ricos y los poderosos, se está pagando con lo que vive el país en este momento?
Es un hecho que en México se hace brujería, ¡abunda la brujería!, abundan los curanderos y chamanes, de todos los tipos, todas las corrientes, desde chamanismo prehispánico hasta santería, magia negra, santa muerte, vudú, yoruba, en fin. Y se escucha por ahí, entre susurros, “le hicieron un “trabajo””, “fulanita se está muriendo por un “entierro” que le prepararon”, “perengano hace "porquerías"”, “zutano pactó con el diablo”, “se hizo una limpia”, “aquel va a misas negras”, “andan haciendo “rituales””, lo cual, para los escépticos no existe y el resto omite por miedo o con el fin de ocultar su propio oficio o su propia intención.
Y se sabe de “lugares sagrados” como las zonas arqueológicas que son espacios energéticos donde acude gente “de oscuridad” sin ser vista a invocar seres, matar animales y echar maldiciones. Se sabe de los famosos “entierros”, objetos con conjuros que se esconden en recovecos inalcanzables por las víctimas con el propósito de que les sea imposible deshacerlos, de preferencia, panteones o sitios en construcción, y quedan allí, debajo del cemento y las lozas, en los cimientos, “trabajos” con los que se busca manipular o desaparecer personas, eliminarlas a través de enfermedades y muerte, provocarles accidentes extraños o someterlas con sufrimientos. Es una pena que pululan quienes le desean lo peor a otros, quienes buscan venganza, quienes arden de envidia por lo que otros pueden lograr, y, al no tener otros medios para deshacerse de ellos, recurren a estas malas artes, sea que surtan efecto o no. Gente que no conforme con su vida busca la adquisición de bienes a través del manejo de energía, o la “adquisición” del ser que supuestamente ama o del ser que no ama pero que servirá a sus fines, personas que buscan mejorar a través del daño a otros a los que considera obstáculos. Y lógicamente el individualismo es abono de cultivo para estos oficios.
Si acaso el karma fuera el motivo, entonces, nuestro país nunca tendría la oportunidad de arreglarse con tanto “trabajo de oscuridad” y estaríamos cada vez peor, mayor violencia, mayores catástrofes hasta que el país y sus habitantes agotaran sus recursos de sobrevivencia. ¿Será?

martes, 30 de septiembre de 2014

... el fondo que tocamos…

... el fondo que tocamos
Cristina de la Concha
 
 
Perdió México y pareciera como que los jugadores se sintieran culpables de las tropelías de sus “paisanitos” y bajaron la guardia, porque, yo no sé, pero dicen que estaban jugando muy bien, no lo sé en realidad porque no veo futbol ni me gusta. Y parecen ser así las cosas, México pierde cada vez con ese sentido de culpa, al final, nosotros mismos nos provocamos mal, porque sabemos que no está bien robar cervezas y sabemos que algo extraño sucedió con el muchacho que se lanzó del barco y sabemos que no debemos insultar aun cuando defendamos a capa y espada nuestro derecho a expresarnos o la intención con que se profirió el vocablo ‘puto’. Sabemos de nuestro sentido del humor, comparto la frase de Rius, “especie de revancha para hacer frente a la situación jodida del país”, pues sí, y con el humor la toreamos, el cinismo hace de las suyas y hacemos como que no importa, “me vale”, y sí importa: es decadencia, nada más que decadencia, como dijera Álvaro Cueva en su columna. La decadencia de un pueblo que se siente herido, vapuleado, humillado, zangoloteado, impotente, miedoso, culpable… y por ahí nos agarran… karma que nos cae encima y ya ven cómo estamos… callados callados… pero con una tremenda desconfianza… generalizada entre los mexicanos, señaló el INE; “el nivel de desconfianza en que estamos parados los mexicanos es enorme”, recalcó Aristegui, el presidente del INE llamó a construir una política en educación cívica, esa materia la suprimieron en nivel básico en la SEP ¿qué no?... la única materia en la que mi hija se sacaba diez, caray, con un agudo sentido social y de justicia mi chiquilla… y ahí vamos… individualismo encumbrado y pos cómo va uno a confiar… después de todo lo que nos han hecho, y ¡lo que nos hemos hecho entre nosotros!, el individualismo no tiene más que exacerbarse… pues sí aunque diría no… ¡por Dios, no lo dejemos, detengámoslo…! No, ahí vamos…
Y agarramos un espacio donde nos sentimos libres, un enormísimo estadio futbolero, donde otros como nosotros gritarán la misma palabra y saldremos airosos, porque otros son culpables igual que nosotros, porque en unos días dejaremos ese país y nadie sabrá quiénes somos… sí, gritemos puto, desfoguemos nuestra impotencia, hagamos catarsis de los nudos atravesados por tanta delincuencia, tanta violencia, tanta muerte, por tanta pobreza y tantas casas de piso de tierra… por tanto miedo… Ahí vamos…
… tocando fondo, la corrupción nos prensó con sus dentadas tenazas y no nos suelta, una corrupción que no se detuvo hace cuarenta años, ni hace treinta y ahora sólo con un “hasta aquí”, de golpe y porrazo, apenas lograríamos hacer algo, pero el miedo… el miedo no anda en burro… y los vendidos tampoco ni los pusilánimes ni los putos… ¡aaahh la culpa! la culpa de saberse corruputos… digo, corruptos…  Y podrán alegar lo que quieran para excusar, disculpar, justificar la palabra dirigida al portero del equipo contrario, lo que sea, soy mexicana y digo groserías y las disfruto, me lleno la boca con ellas, pero no dirigidas a otros, no en otro país, no a grito pelado, no en público… qué vergüenza… por ahí leí que “así” acostumbran en los estadios… uuuuuuuuuuuuffffff… pues entons menos…
Y qué importan las connotaciones que damos los mexicanos a las groserías (pueden ser muy divertidas) si el resto no las lee al momento de escucharlas… Y mientras ‘tán alegue y alegue y se avecina el partido definitorio, pescan a Mireles autodefensa… mmm…
Pierde nuestra bandera y un par de ciudadanos mexicanos ex diputados son detenidos en el país anfitrión por ofender a una mujer tocándole el trasero y golpear a sus defensores… bueeeeeeeeeeeeeeeeenno… no sólo uno es ex diputado, sino los dos... ¿no suena como al colmo de la corrupción, de la decadencia, de la grosería mexicana?... ¿no nos está señalando algo que debemos mirar?...
… el fondo que tocamos no nos va sacar por impulso, este fondo está lodoso, se entierran los pies y pue’ que nos trague… sólo a nado saldremos, con mucho esfuerzo… el karma nos cae encima… pa’ qué hacer tanta ch’ng^der* si luego con ella misma nos damos en la testa… a ver, pa’ qué…