jueves, 23 de septiembre de 2010

Al vaivén de un intercambio humano


Al vaivén de un intercambio humano
Frida Con Todo Mi Odio en performance con una fuerte carga semántica, “No”


por Cristina de la Concha




En el pavimento gris, descalzos danzaron al ritmo de la relación humana, de esa relación que somete, que castiga, y aun se ama, ese vínculo de pasiones gozosas pero obnubilantes, con una palabra y sujetos por las cinturas. Plasmaron el intercambio humano de una pareja donde el hombre ama y somete, o, quizás, el intercambio cualquiera, de hermanos, de hijos y padres, que se aman y persiguen doblegarse, esa relación donde cada uno quiere todo para sí, o tal vez aquella entre socios de una empresa, o de ciudadanos con su gobierno, esa relación de poder, donde quien lo tiene pretende oprimir a quien se lo otorgó. Frida y Mario se deslizaban así, sobre sus pies, al compás del egocentrismo del ser humano, trazando sus vértices con el movimiento suave, sensual, rápido y abrupto, enérgico y sumiso, agresivo.


Ilustraron con susurros, plácido roce, miradas furibundas, desencajados rostros, con manotazos, gritos y gemidos, y con un solo vocablo, ese estira y afloja duro, perturbador, ese vínculo que hiere y no se quiere romper, que se desea, se disfruta no obstante que daña, o ese lazo que es imposible desbaratar, donde dicen ‘sí’ con su ademán, su gesto, su párpado entornado, mientras de su boca sale un desgarrante ‘no’, su cuerpo, su piel grita ‘sí’, pero su agria garganta expresa ‘no’, y, aunque unas frases lánguidas o coquetas y brillantes insinúan ‘sí’, la voz vibra un contundente ‘no’...


Dibujaron, en unos minutos, en un sencillo performance, la complejidad de una discusión, de una polémica, de una negociación, una misma situación entre gente desde las más altas esferas hasta el nivel más bajo de la sociedad, con exactamente los mismos estiras, los mismos aflojes.


Una botella se estrelló en el piso marcando el rompimiento, y un abrazo, caricias, coronaron esa unión indisoluble, castrante. En histrionismo hábil, sedoso y voluptuoso, punzante, absorbieron la atención de la audiencia.


Con el atado pasándoles por la cintura, se mantuvieron los actores durante todo el performance, Mario y Frida Con Todo Mi Odio, viéndose a los ojos, postrando sus labios húmedos unos contra otros, frotándose, caminaban, se estrechaban, se rechazaban, se empujaban. Se escupieron, se sobajaron. Se inspiraron. Avanzaban, volaban, se besaban, ella decía 'no', él la miraba ‘no’, ella pedía 'noo', él insistía 'no', ella lloraba 'noooo', él se violentaba '¡no!'. Un ‘no’ repitiéndose, un mismo ‘no’ como un tic tac, un segundo, un instante reiterado, igual, exacto, preciso 'no'. Ella trató de huir '¡no!', él la detuvo 'no', ella corrió '¡no!', él la asió 'no', ella imploraba '¡nooo!'. Cual objeto la tomó 'no', ella, frágil, intentaba zafarse '¡nooooo!', en sus brazos él la elevaba 'no', ella se resistía '¡no!'. Él se impuso ‘no’. Ella lo acarició ‘no’.





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