domingo, 27 de diciembre de 2009

De La moral en el arte



Foto Eric Marvaz
De La moral en el arte
por Cristina de la Concha


Aun cuando es incuestionable la importancia del sexo y el erotismo en todo ser humano como parte de su naturaleza, estos aspectos por milenios se han considerado pecaminosos y hedonistas, aun cuando la sola negación que de ellos hace el celibato acepta en sí mismo necesariamente su existencia, la restricción implicada, implica, a su vez, necesariamente cortar las alas a un ave que tiene el firmamento frente a sí para blandirlas.



       Con todo, el misterio que guardan estos aspectos humanos ha ocupado a religiosos y científicos y a filósofos y artistas que los han abordado desde diversas perspectivas, y el cuerpo humano ha sido objeto de observación y estudio desde todos sus ángulos.
Foto Alejandro Zenker
_________________________
La moral en el arte se llamó la exposición colectiva que presentara el Tecnológico de Monterrey campus Xochimilco, en la ciudad de México, con la participación de Alejandro Zenker y Eric Marváz con muestra fotográfica, y con pintura: Pancho Cárdenas, José Montiel, Norma Patiño y Carlos H. Vázquez, y que organizara Xiluén Zenker de la Concha en el mes de octubre pasado.
______________________________


      Así, el mundo ha sido testigo del David de Miguel Ángel, esta obra magnificente entre otras muchas que muestran la figura completa de un hombre, sin disimulos ni escondrijos. El artista, como el médico, el ginecólogo, el forense, observa las formas corpóreas humanas, las estudia, las valora, indaga en su fragilidad y fortaleza, en su epidermis y hormonas, para llevar a cabo su obra: una pintura, una intervención, la búsqueda de sus males o la determinación de sus causas letales.
Foto Eric Marvaz

      El artista y el cirujano que manipulan sus instrumentos, los tocan, los acarician, los envuelven con sus dedos hasta grabarlos en la memoria de sus yemas, pincel, bisturí, cincel, bolígrafo, lentes, buscan el mismo fin: hacer suyo el instrumento que le arrojará la obra lograda; palpan la materia que habrán de trabajar, texturas, color, formas, viscosidad, dureza por probar una y otra vez hasta que no haya lugar a dudas. Meditan, resuelven, acomodan, componen, forenses y pintores, obstetras y fotógrafos, contemplan a distancia, se acercan para retirarse brevemente e instantes de iluminación caen sobre ellos, instantes escurridizos, instantes que penden para asirlos sólo por la sensibilidad que los advierte y vierte: da en el clavo, allí está la obra, una cirugía perfecta, una matriz, un aliento que se recupera, una columna que se yergue, la languidez de una espalda, el garbo de un cuello, la sensualidad de un vientre; la Venus de Boticelli, la Olimpia de Manet que causó gran escándalo cuando se expuso en 1865 a pesar de la proliferación de desnudos en los periodos anteriores, de Goya, Tiziano, Velázquez, Giorgiano o los de Da Vinci, quien nos dejó no sólo el disfrute de sus figuras humanas a las que dedicó horas, mente, energías y alma, sino en las que también legó un valioso material de estudio de anatomía para aspirantes a ejercer la medicina todavía hoy en día utilizado.

      Captar un ángulo, una sombra, un vértice para plasmarlo en el lienzo, en el barro o la lámina conlleva la maestría del poeta que nos ofrece una metáfora, la del optometrista que da luz a unos ojos o del cardiólogo que hace latir un corazón, conlleva arte porque eso es el arte: maestría, y eso es la moral en el arte, alcanzar la maestría en su ejecución.
Óleo Carlos Vázquez

      Es probable que muchos no encuentren gusto en una exhibición de desnudos, sin embargo, pueden encontrar enriquecimiento en el conocimiento de la humanidad de un cuerpo en erotismo, la misma humanidad que se encuentra en un cuerpo sufriente cuando vemos a Jesucristo en la cruz, y quizás nos sorprendan otras realidades del erotismo por no compartirlas pero sin duda alguna suponen un aprendizaje en la experiencia de eso otro que al final es humanidad también, porque una afición enfermiza erótica es humana al darse en los humanos, pero es a ella precisamente a la que conducen prejuicios y tabúes, al parecer de quien escribe estos párrafos, el rechazo ante algunas expresiones de esta muestra no sé hará esperar, pero sucede en todo tipo de muestras, siempre hay y habrá observadores para todas las artes, lectores para toda la literatura, audiencia para todos los escenarios.

      En la llamada que nos hace la exposición La moral en el arte, hay algo más allá del hedonismo que muchos leen en el erotismo y el sexo: la importancia de nuestros cuerpos como recipientes de nuestro ser. Nuestros cuerpos que son acreedores de amor, cuidados, protección, respeto, son estos recipientes de huesos y carne que reflejan nuestro estar, nuestro bienestar, nuestra salud mental y espiritual, porque no sólo somos cuerpos y el erotismo no emana de los cuerpos, su emanación espiritual y mental se sirve del cuerpo como vehículo, y, a la vez, la naturaleza, majestuosa, ha hecho que estos vehículos, nuestros cuerpos, se sirvan de mente y espíritu para procrear y subsistir, subsistir por encima del dolor inherente a esta vida de breves momentos de goce...


Visite http://www.tulancingocultural.cc/