viernes, 4 de mayo de 2012

4º Encuentro de Escritores Latinoamericanos: CRÓNICA DE UNA SUERTE ANUNCIADA, Por Alicia Flores

4º Encuentro de Escritores Latinoamericanos




CRÓNICA DE UNA SUERTE ANUNCIADA


Por Alicia Flores






La organización civil que preside Cristina de la Concha, desde 2007 se organiza para conseguir patrocinios, obtiene espacios adecuados y realiza un Encuentro de Escritores Latinoamericanos. Ahora –aparte de estos menesteres- se coordinó con directores de escuelas primarias, secundarias y bachilleratos, con estudiantes, profesores y padres de familia de varios municipios hidalguenses, para celebrar por todo lo alto el día del libro internacional: tuve la suerte de participar en él como invitada.


Formando “El Escuadrón de Tizayuca”, arribé a esa ciudad el jueves por la mañana: también ahí la suerte estuvo de mi lado con compañeros tan entrañables como el maestro Carballido y Martha Lidia Vivanco; la plaza ya estaba preparada para el homenaje de inauguración al vate Ignacio Rodríguez Galván, originario de este municipio, y considerado como el primer poeta romántico mexicano. Jorge Contreras, entusiasta coordinador, nos condujo por mesas de lectura y debates, ante rostros animados de un público formado por adolescentes y adultos y después nos llevó a su propia Sala de Lectura, donde seguimos compartiendo nuestros textos. Esa noche la pasamos en el hotel-balneario Albatros; noctámbulos enamorados de la luna, el reloj marcaba las doce y el barómetro cuatro grados, pero con la venia poética encendida contrarrestamos el frío, (como dijo Octavio Paz: “La poesía debe ser un poco seca, para que arda bien”)… también es cierto que fuimos asistidos con el calor de un aguamiel pulcrísimo.


Al día siguiente nos trasladaron para Apan; abordamos el autobús para recorrer unos 60 km y después de sortear un bloqueo carretero llegamos a la escuela secundaria “Luis Donaldo Colosio Murrieta”, al llegar nuestra sorpresa fue mayúscula, no dábamos crédito; en la entrada había directores, subdirectores: mentores de traje y corbata, impecablemente rasurados y peinados, las damas de gris con pañuelos verdes, las edecanes, graciosas señoritas con trajes amarillos, todos haciéndonos valla; nuestra turbación fue sorteada con personas que nos daban la mano y nos decían: “bienvenidos, pasen, los estamos esperando” -yo, la verdad, bien chiveada- pero el ambiente fue tan cálido y acogedor, las expresiones de admiración hacia nuestro trabajo, el agradecimiento por la actividad que realizaríamos, todos sus gestos fueron tan sinceros que después nos sentimos como en casa; desayunamos la famosísima y riquísima barbacoa de Apan y disfrutamos la atención de anfitriones non plus ultra.


Fuimos repartidos en grupos y conducidos a diversas escuelas, la nuestra fue la Jesús Romero, en el patio nos pusieron frente a la totalidad de la población escolar (500 alumnos entre 12 y 16 años) para darnos la bienvenida; luego, el subdirector, el profesor Arango los distribuyó en grupos de 100 alumnos; compartí varios ejercicios para iniciarse en la lectura, la respuesta de los escolapios fue preciosa, participativa, cálida, no faltó el ”¿por qué escribe?”; al concluir nos reunimos en la biblioteca con los demás compañeros y referimos nuestras experiencias: el maestro Carballido con su mini taller de creación literaria logró que varios niños supieran que pueden ser escritores; Gustavo Ponce con base en un texto de Alicia en el país de las maravillas obtuvo un poema que se le antojó “plagiar”; lo mismo dijo el poeta Jorge Quintanar: la suerte nos había conducido a esta escuela, pues su directora Araiza y la maestra encargada de la biblioteca hacen una labor notable.


Más tarde, nos llevaron a la preciosa Hacienda Chimalapa (conserva un espejo que perteneció a Carlota Emperatriz de México), a un ágape espléndido; aquí nos juntamos con compañeros que habían estado en otros municipios, al terminar de comer, recorrimos una parte de la Hacienda y probamos los famosísimos curados de Apan (¡ah, el curado de nuez!: divino néctar de los dioses); abordamos el autobús y entre cantos, más bloqueos camioneros y curados llegamos de noche a Tulancingo. Aquí la suerte se siguió mostrando generosa: se me asignó como compañera de cuarto a Leonor Scliar-Cabral, distinguida políglota, traductora, lingüista y poeta brasileña, con la que compartí pláticas nocturnas instructivas, y abracé –entre otros- a Queta Navagómez, Ma. Elena Solórzano, Chelo Boom y a tantos hermanos de letras.


Al otro día,  reunidos el total de escritores (argentinos, chilenos, salvadoreños, uruguayos y anexas),  leímos nuestros textos en el claustro de catedral: una verdadera suerte escuchar poesía erótica en un refectorio mística. Luego, en el parque: casi 4 días de fiesta de palabras y de las otras. La Cultura –hermanastra en otras ocasiones- el sábado 28 de Abril se codeó con política y religión en el zócalo de Tulancingo; en efecto, una consulta infantil del IFE y una colecta religiosa ocuparon su explanada, junto a “un tendedero literario”, las familias en su acostumbrado paseo dominical, transitaron de unas a otras con liberalidad.


 Retornamos con una sonrisa, nuestra capacidad de comunicarnos a través de las letras, ahora se ejerció festejando el libro y de manera directa sobre el sector más receptivo: los jóvenes. Gracias Cristina, gracias hidalguenses, gracias suerte.





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